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UN FELIZ BOLSILLO LLENO DE DINERO (21 días Conectando con El Espíritu)

  • Carolina Londoño Zárate
  • 10 may 2018
  • 4 Min. de lectura

DÍA 17

Ser conscientes que somos seres de luz, que provenimos de La Fuente Suprema de todo lo que es, que elegimos un cuerpo físico antes de llegar a la vida, al planeta, a nuestras familias, es estar despiertos a la única verdad que debemos reconocer, pues somos uno con el Todo, con el Gran espíritu, con Dios. Él se individualiza en seres humanos y crea una ilusión de separación, para experimentar las diversas posibilidades que existen y que le permiten al alma evolucionar hacia la máxima conciencia de unidad, que es el amor.


Estar despiertos, por lo tanto, representa tener la capacidad de tener la plena certeza que no somos más que un alma, conectada de forma constante con el Ser Supremo Universal y que estar en la matriz divina, que representa la vida, es vivir la ilusión de ser humanos, de tener un lado oscuro, que vive a través el ego, de nuestra personalidad y que ya ha creado todo un plan, por medio del cual transitar diversas situaciones, para poder superarnos y convertirnos en la mejor versión de cada uno de nosotros.


Es fundamental salir del trance en el que hemos vivido y convencernos de que lo único real y eterno es el alma, que sabe exactamente por qué decidió toda su configuración en esta vida y que desea de manera ferviente que la escuchemos, que vivamos alegres, que logremos conectarnos con La Fuente, para darle un sentido real a nuestra existencia. Cuando entendemos que somos los diseñadores de nuestra vida, porque como seres esencialmente espirituales, tenemos todo el poder de expandir nuestra conciencia y experimentar lo que se nos antoje en la matriz divina. Es entonces como logramos fluir libremente por la vida, sabiendo que se transforma permanentemente y que cada cambio que se presenta trae consigo aprendizajes, sabiduría y una acumulación extraordinaria de emociones que nos permiten manifestar situaciones principalmente positivas.


Pero el alma no puede viajar sola en esta dimensión, para ello necesita de un vehículo, que es el cuerpo físico, una mente y una personalidad, como mecanismos escogidos por ella misma para transitar la vida. Sin esos componentes no habría una lección por aprender, no habría retos que asumir y no develaríamos la esencia divina inherente a nuestro Ser. El ego muchas veces nos hace sentir incapaces de merecer abundancia, prosperidad y riqueza, lo cual es absolutamente falso, es una fantasía que se aleja permanentemente de nuestra esencia. Es en situaciones como ésta cuando nuestro cuerpo se enferma y nuestra mente asume el control, llenándonos de miedo.


Pero nuestra alma sabe muy bien que su esencia es abundante, ya que La Funte lo es. Y así como una gota de agua no puede vivir separada de la lluvia, de un río, de un lago, nosotros no podemos vivir independientes de Dios. Sin embargo, para poder crear esa emoción de experimentar riqueza y prosperidad financiera, así como otros aspectos de la vida, el alma debe primero vivir en el opuesto, que es la carencia, la pobreza, para que de este modo logre empoderarse de su poder creador y avance en la manifestación de sus deseos. Es por esto que debemos aprender a usar la ilusión, a vivir como un juego y no creer que la vida termina con la muerte. Creer en nuestra esencia divina para crear tanta riqueza como deseemos.


Y es que esa riqueza ya está dentro de cada uno. Si algo que nos rodea no nos satisface, debemos preguntarnos qué lo está ocasionando y descubrir cómo cambiarlo. El alma está en conexión directa con la Fuente, se comunica con cada uno por medio de la intuición, pero para poder escucharla se requiere calma, quietud y tener la capacidad de discernir entre su voz y la del ego (mente). Un ser inspirado y tranquilo es capaz de lograr cualquier cosa que desee, pues en este estado la Fuente se manifiesta por medio de señales y sincronicidad, ya que nada es casualidad, nada es coincidencia.


Así que deja de elegir lo que otros han elegido por ti y empieza a elegir por ti mismo. Esto significa abandonar la influencia nociva del inconsciente colectivo, por ejemplo a través de la meditación, para poder conectar con el Gran Espíritu, que es Dios, para reconocer nuestra verdadera naturaleza y para dejarnos llevar por los sueños más profundos de nuestro corazón.


Por último, es fundamental mantener un espíritu alegre, que se regocije en sus creaciones, consciente de lo que vive, porque si le permitimos a nuestro sol interno brillar, que no es otra cosa que nuestro corazón, extendemos ese resplandor al exterior y así por fin soltamos la obsesiva atención que le damos a la riqueza, a poseer. Dejemos entonces que esa riqueza se manifieste desde nuestro espíritu, como un efecto directo de la belleza interna del ser.


Deja que tu alma te guíe, deja que los arcángeles te ayuden a conectar con tu espíritu, pues cuando aprendemos a escuchar a nuestro corazón y reconocemos toda nuestra grandeza empezamos una maravillosa aventura y vivimos cada experiencia a plenitud.


 
 
 

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© 2018 por Carolina Londoño Z. por Wix.com

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