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UN FELIZ BOLSILLO LLENO DE DINERO (21 días Conectando con El Espíritu)

  • Carolina Londoño Zárate
  • 13 may 2018
  • 3 Min. de lectura

DÍA 20


La felicidad y la abundancia son dos estados naturales del Ser, que se viven cuando estamos conectados de forma permanente con nuestro espíritu. Ser feliz significa amarnos a nosotros mismos, para que, invocando la ley de causa y efecto, ese amor propio se nos retorne multiplicado.


El amor propio supone la aceptación de cada uno, con la belleza de nuestro ser, pero también con aquello que no nos gusta de nosotros mismos. Es aceptarnos tal y como somos. También requiere que aprobemos aquello que no podemos cambiar, tolerancia con nosotros mismos y con los demás, aprender del amor incondicional que nos enseñan constantemente los animales, para que con todas estas virtudes caminemos felices por la vida.


No tiene sentido vivir amargados por lo que ya fue o temer o estar ansiosos por lo que viene, pues vivir en el pasado o futuro representa dejar de existir, apagar nuestro fuego interno que pretende brillar en el momento presente, puesto que para eso nacimos, para recrearnos constantemente en el espacio-tiempo “aquí y ahora”. De manera que nuestras energías creadoras no pueden funcionar si no las usamos en el momento presente, pues eso es lo que constituye la vida, un eterno presente. Por lo tanto, nuestro gran desafío es conectar constantemente con nuestro espíritu, para vibrar al unísono con La Fuente en el aquí y el ahora, y así poder satisfacer los deseos de nuestro corazón.


Como ya hemos visto a lo largo de este reto, todas las posibilidades del Ser ya existen en algún punto del universo, por lo que sólo debemos traer al presente la manifestación de la voz del alma, quien conoce de antemano nuestro plan de vida, pues lo pactó con Dios antes de su nacimiento. Así pues que es importante resaltar el agradecimiento de la manifestación de nuestros deseos cumplidos antes de experimentarlos, como una forma de informarle al universo nuestra fe inquebrantable en la vida y en nosotros mismos.


La felicidad también se fundamenta en descubrir nuestra misión o propósito de vida, pues al escuchar a nuestra voz interior, que nos conoce desde siempre y que sabe de lo que somos capaces, damos un paso enorme en nuestro camino, llenando nuestra existencia de alegría, sabiendo que nacimos por una única razón y que estamos dispuestos a darlo todo por mantener esa plenitud hasta el fin de nuestros días.


De forma contraria, la tristeza representa ignorar de forma deliberada a nuestro corazón, es desconectarnos de nuestro espíritu y, por lo tanto, de la vida misma, al pretender vivir una vida ajena a nuestro sentir, al querer satisfacer a otros, pero nunca a nosotros mismos.

Entonces, para evitar caer en el victimismo, en la culpa, en la queja y en cualquier otra vibración negativa que opaque intensamente nuestro espíritu, permitamos que nuestro corazón se exprese libremente, escuchemos su voz y no permitamos que el ego nos distraiga de nuestra verdadera esencia feliz y abundante.


Mejor hagamos un esfuerzo por atender de manera consciente nuestro espíritu y escuchemos los maravillosos mensajes cargados de amor y optimismo que tiene para cada uno y así, con paciencia y disciplina, logremos aquietar nuestra mente y dejar que nuestro corazón asuma el mando de nuestra vida.


Igualmente, escuchemos las señales de nuestro cuerpo, que siempre nos está señalando que hemos errado en la dirección que le damos a nuestra vida, estemos atentos a todas sus manifestaciones, por insignificantes que parezcan. Alimentémoslo de forma saludable y ejercitémoslo con mucha frecuencia.


Además de escuchar a nuestro corazón, acción indispensable para encaminar nuestra vida, adoptemos el hábito de meditar, para poder conectar con esa parte expandida de Dios en nosotros, para poder percibir de diferentes maneras las señales que el cielo nos envía constantemente y así poder darle paso a la sincronicidad y lograr que la felicidad sea una constante en nuestra vida.


Elijamos ser felices en cada situación, pues recordemos que la felicidad es nuestra esencia. Demos de forma abundante momentos felices a quienes nos rodean y permitámonos recibir toda la alegría, plenitud y belleza a la que estamos destinados al recorrer esta experiencia.


Que la luz de su Ser Superior brille cada vez más intensamente en cada uno de ustedes y que siempre aprovechen la guía de los ángeles y los arcángeles para conectar con su corazón, con el espíritu, con el universo.


 
 
 

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© 2018 por Carolina Londoño Z. por Wix.com

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